Este artículo fue publicado originalmente en My Brown Baby.

Era algo obvio para mí: todos los libros me decían que yo debería amamantar a mi bebe porque era lo mejor para ella y se pondría más fuerte, lista, inteligente y mejor a causa de. Y yo me apresuré y compré una máquina de extraer leche lujosa de Medella y compré muchas bolsas de guardar leche materna y me puse feliz cuando empecé a rellenar mis brasieres de maternidad. (Pues, si, yo antes fui el presidente del comité de senos pequeños y la esperanza de tener senos era una ventaja para mi lista de razones para amamantar.) Y con orgullo le diré a cualquiera que me escuche que yo esperaba darle de comer a mi niña la manera natural—como el linaje de mi madre y todas las generaciones antes de ella hicieron también. La manera que Dios quiso.
Pues, sí. Las enfermeras del hospital donde di a luz a mi bella Mari tenían otras intenciones. Quiero decir, en teoría, amamantar tenia todo el sentido del mundo para mí y mi bebe. Pero en la vida real, en el hospital en el centro de Harlem, el ambiente hecho por doctores y su equipo más inclinado a asumir que una joven morena empujando un bebe era soltera, pobre, sin educación, y sola, amamantando no cabía en la ecuación.
Así que desapareció la enfermera quien me puso a Mari en mis brazos, dejándome a solas por 12 horas sin nada más que mi bebe y una bolsa de regalo lleno de cupones para loción de bebe y jabón, panfletos que no tenían valor y dos botellas de fórmula para bebes. Yo estaba totalmente aterrorizada, abrumada, agotada y sin una idea; yo simplemente no sabía cómo darle de comer a mi bebe. De ninguna manera las imágenes/conversaciones/capítulos de libro me preparó para El Espectáculo de la realidad de amamantar a mi bebe. ¿Tendré yo que sentarme de una manera en especial? ¿Sostener mi ceno de alguna manera? ¿Exprimir un poco para poner la leche en su boca? ¡¿Habrá leche de todos modos?!
Es que, yo estaba convencida que mi bebe se iba morir de hambre. Y que ella se iba morir con un pedazo de mi pezón en su boca (me lastimaban tanto sus pequeñas ansillas, especialmente cuando yo sin darme de cuenta sacaba mi seno de su boca).
Cuando la enfermera finalmente regreso a mi habitación, se sorprendió a ver que aun yo seguía amamantando. (También se sorprendió que yo tenía marido, aseguranza médica, y un buen trabajo, y que Mari era mi primera niña, hablare más acerca de esta ignorancia en otro tiempo.) Aun, ella se apresuró rápido en enseñarme como poner mi bebe al pecho, como detener en que ella parada de chupar, y, lo más importante, ella me dio el número de La Leche League para poder preguntarle a un experto en cómo darle de comer a mi bebe de manera correcta.
Amamantar correctamente no fue fácil ni natural; por las primeras dos semanas, la piel en mi pezón literalmente se destrozó y mis senos estaban carne viva; era como si fuese un pequeño hombre sin dientes amamantando una herida abierta y dolorosa. Yo ponía lanolina en mi piel entremedio las comidas y me sentaba sin camisa con bolsas de hielo en mis pezones, y literalmente gritaba cuando Mari enganchaba.
Pero no me rendí.
A través del dolor.
A través de las dudas.
A través de bombear mi leche en el baño durante el trabajo.
A través de viéndome como la ridícula en los ojos de mis viejas colegas de escuela, miembros de familia quienes pensaban en voz alta y me preguntaban sin vergüenza cuándo dejaría yo de amamantar a mi bebé.
Yo amamanté a mi bebé por 10 meses, y bombeé la leche y le di de comer mi leche por dos meses después, y aun después que ella dejó mi ceno. Me sentía orgullosa de yo misma por no rendirme. Y orgullosa de mi hija también, por ser paciente conmigo. Yo sé que podría haber sido fácil para ella rechazar mi ceno. Pero ella no lo hizo. Y por eso, estoy agradecida.
Hay muchas mamás menos afortunadas—quienes no tienen el beneficio de poder comprar una maquina cara de extraer leche y no tienen mucho tiempo de recuperarse de las primeras etapas dolorosas o poder tener un jefe de trabajo que mero entienda en darle tiempo en bombear o hasta tener panfletos de buena información que les diga en cómo se hace y los beneficios innumerables. Estas son las cosas que nosotras como mamás que amamantan echan de menos.
Por supuesto, hay muchas mamás que no amamantan y solo dan fórmula para alimentación, y eso es su derecho. No hay juicio aquí. Cada uno con lo suyo.
Pero gracias que ahora hay muchos más recursos disponibles para mamás que quieren amamantar con éxito de cuando yo tuve a Mari hace 14 años.
Y por esto, todas deberíamos ser agradecidas.
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Para más información en como amamantar desde cómo se hace exitosamente a como vestirse y cuales máquinas de extraer leche para comprar, visite La Leche League, para recursos increíbles para mamás que están amamantando, y la pagina de March of Dimes, que está enriquecida con buena información en amamantar y otros consejos de bebe. Para una perspectiva basado en cultura, visite a Black Mothers’ Breastfeeding Association (en inglés).
Lea más en My Brown Baby (inglés).
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